E s sábado y el centro histórico de Ciudad de México, la urbe más grande de América, está lleno de boys y girls scouts , por algún motivo desconocido. Son las 12 del mediodía y el sol pega fuerte y pica en la piel. Poco antes de Semana Santa, los turistas salen de la catedral y atraviesan las calles hacia otro de los hitos que todo visitante en la capital debe ver: el palacio de Bellas Artes. Yanir Lobo, un joven en la veintena tardía, de pelo liso y claro, como su piel y sus ojos, se quema bajo el sol. Lleva, por algún motivo desconocido, un gorro de lana. Él, como autor de la reciente Ciudad de México insólita y secreta , sabe todo lo que se están perdiendo por no prestar más atención durante ese trayecto. Caminando por la calle 16 de septiembre, a los pocos pasos, Lobo se para. En la sombra. « Aquí estaba el Gran Hotel, y frente a él, la Casa Julio. Esta fue la primera casa de ladrillos que se construyó en México, y tuvieron que acabarla en seis meses, ya que era la prueba
La curiosidad no tiene limites